Oportunidades distintas, tecnologías distintas

No todos tenemos las mismas oportunidades, ya lo escribí en un post anterior pero referido a otra cosa.

Yo no tuve la posibilidad de caminar por la calle escuchando música en un aparatito que no salta ni se raya, si quería hacerlo tenía que llevar un walkman caro y pesado (como mínimo 2 pilas AA) con cassette, o ya avanzado, un CD pesado sin moverme bruscamente.

Tampoco tuve la posibilidad de jugar 1000 veces al mismo juego electrónico o cambiar de juego 100 veces en una hora. Yo tenía que pagar fichas, y más avanzados los años, esperar 5 minutos hasta que al juego en cassette, rezando, se le ocurriera llenar los 48k de memoria de mi Timex Sinclair 2068.

Tampoco tuve la posibilidad de comunicarme con mis amigos todo el día sin parar por chat o por mensajes de texto o por teléfono con tarifa plana. Yo tenía que hablar un ratito para quedar organizados para el día siguiente y nada más. Si no eran de la misma ciudad, tenía que usar cartas de papel escritas hasta que me doliera la mano.

Tampoco tuve la posibilidad de comer en un restaurante muchas veces por mes, o salir a merendar a un lugar lindo y variable como si fuera lo más normal. Yo no tenía "confiterías" disponibles todo el tiempo todos los días, y los restaurantes eran "especiales".

Pero tuve la posibilidad de andar por la calle tranquilo sin pensar que me podría pasar algo, pude caminar siendo no mayor a 9 años para llegar solo a la casa de mis amigos, pude correr por las plazas sin pensar que me iban a robar las zapatillas o que me querrían secuestrar.

Y tuve la posibilidad de vivir con mi mamá y mi papá siempre cuidándome pero sin que fuera necesario que me planearan el día entero para que no me aburriera, porque me alcanzaba hurguetear en el cuarto del fondo ("el arañero") para divertirme una tarde entera clasificando clavos y tornillos oxidados en frascos distintos, sin que pensaran que me moriría de alguna enfermedad rara si me clavara uno.

Y tuve la posibilidad de armarme un auto con un cajón grande que antes usábamos para juguetes, clavándolde abajo patines que estaban medio en desuso, empujándonos con otros amigos en el patio de mi casa, sin pensar que tenía que tener un juguete sofisticado que emulara una nave espacial.

Y tuve miles de disfraces hechos con ropa vieja y con pura creatividad mía y de mi mamá que me ayudaba a coser una D de "Drácula" atrás de una capa negra que usaba para armar un tren fantasma en el garage de mi casa.

Y anduve en un sofisticado Playland en un Shopping que no tenía fin: nos metíamos en cuanta construcción había para usarla de laberinto, o andábamos entre unos yuyos altisimos en el Cerro, corriendo precipitadamente y lastimándonos todos, sin pensar que indefectiblemente iríamos al hospital.

Y tuve la posibilidad de que fuera una tarde de fiesta el día que papá hacía churros para todos o mamá hacía panqueques para comer con miel o dulce de leche, o las cenas en que papá hacía asados "abajo del techito".

Sin duda la tecnología ha mejorado la seguridad en nuestras vidas (tenemos alarmas, cámaras de monitoreo) y ha aumentado la posibilidad de comunicarnos permanentemente (tenemos celulares, chat, SMS) y ha aumentado nuestros entretenimientos y el acceso a la información (internet, CD Roms, DVDs, televisión infantil 24 hs).

Pero... ¿habrá mejorado nuestra calidad de vida? Porque antes no necesitábamos tanta seguridad, dado que no se nos daba por pensar que si nos descuidábamos, seríamos inmediatamente dañados. No necesitábamos tanta comunicación, porque nuestra palabra ("vuelvo a las 7") era suficiente y no se nos daba por pensar que nos habían secuestrado si llegábamos unos minutos más tarde. No necesitábamos tanto entretenimiento prediseñado porque podíamos jugar libremente en diversos lugares, lo que hacía que nos divirtiéramos por nuestros propios medios en cualquier momento.

La tecnología es alucinante, es sorprendente. La consumo y me encanta. Pero... me quedo con la simpleza y con la ilusión de que algún dia la utilizaremos solamente para lo que nos hace bien y no para evitar que las cosas del mundo o de otras personas nos hagan mal. Y que, si por cualquier razón no la dispusiéramos, siguiéramos siendo los mismos con un aparatito menos y nada más que eso.

"¿No le gustaria
ser capaz de renunciar
a todas sus pertenencias
y ganar la libertad
y el tiempo que pierde en defenderla?"
("A usted", Joan Manuel Serrat)