Opiniones personales, sólo mías

miércoles, mayo 02, 2007

Amigos de muchas maneras

Uno puede ser amigo de muchas maneras. Una de ellas es ser protagonista de la historia del otro, junto con el otro, al lado del otro. Ayer fue la primera mudanza desde que nos casamos, desde una casa nuestra, hacia otra. Fue un momento importante, relevante, en el que guardábamos miles de recuerdos y experiencias en un lugar para abrir el telón a una nueva etapa de nuestra historia de familia, en un nuevo lugar, en una nueva situación, con renuncias y con nuevas ventajas.
Quizá en algún momento nos sentimos solos, pero habrá sido la sensación, porque ni bien comenzó el día, sin darnos tiempo a respirar aparecieron los que estuvieron y están siempre y no por eso los dejamos de valorar: nuestras madres y mi hermana Rosana, sin la que no puedo imaginar mis momentos más fuertes de mi historia. Al mismo tiempo, llegaron algunos amigos.
Fue un día excelente de experiencia de trabajo y amistad. Pero no la amistad de las tarjetas, de los refranes, del día del amigo con reuniones multitudinarias. Esa amistad es linda, pero es fácil. Digo la amistad de jugarse y poner el hombro para incorporarse a la historia del otro como si fuera la propia. De hacer fuerza con todos los músculos para que las cosas queden en su lugar, como si el lugar fuera propio. De no bajonearse cuando las horas van pasando, las fuerzas se van acabando, como si hubiera que terminar algo propio. De dar todo el tiempo disponible y no tan disponible, incluso restando tiempo a las actividades que sí son propias. De sacar tiempo al descanso propio para transformarlo en fuerza para regalar a los amigos. De no salir a pasear en un día de sol radiante para ayudar a esos amigos.
Así lo vivimos, así lo sentimos. Queridos Jor y Her, no creo que encontremos las palabras para agradecerles. Se lo dijimos mil veces, pero uno también dice gracias por cosas más sencillas. Lo del 28 de abril no fue sencillo. Pusieron todo, dieron todo, compartieron todo. Me sentí como si ustedes fueran yo mismo, y quizá abusando de eso, pedí y exigí más de lo que me merecía. Igual me lo dieron. Como sé que lo hicieron como algo propio, no pedimos disculpas, simplemente agradecemos y valoramos.
Nunca voy a olvidar la energía que nos dieron cuando las nuestras estaban cercanas a decaer. Ojalá todas las personas tengan algún regalo como el que nos dan ustedes siempre: el de darse ustedes mismos.
Gracias otra vez más, con el deseo de que compartamos muchísimos días más de tanta felicidad ganada con un lindo esfuerzo de todos.
Con un abrazo enorme, les dejamos este saludo entre pelados.
Escrito por Gustavo, con el seguro consentimiento de Ana y Magui.
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