Opiniones personales, sólo mías

domingo, mayo 14, 2006

Los yuyos de mi tierra



Achicate, hermano, no busqués la loma,
andá por los bajos, pisá el trebolar.
No temás el charco, que el agua es playita,
y el barro del campo no sabe ensuciar.

Si querés altura, mirá las estrellas,
donde anida el rumbo que conduce a Dios.
No negués tu rostro al ala del viento,
ni cubrás tu frente por no ver el sol.



NO VENDAS DISTANCIA POR COMPRAR SOSIEGO,
NO DEJÉS TAPERAS DESPUÉS DE ACAMPAR.
TENÉ FE EN LA HUELLA, BUSCA EL HORIZONTE,
DE SEGURO UN DÍA LO HABRÁS DE ALCANZAR.



Florecé a los vientos como lo hace el cardo,
que llegado a seco, libera el pompón.
No apurés la historia, no arriés tus banderas,
confiá en tus hermanos como ellos en vos.

Vení, matearemos despacito juntos,
me hablarás de lucha, te hablaré de fe,
y al final del día nos daremos cuenta
de que en igual senda andamos tal vez.

CUANDO EL SOL SE VAYA Y LA TARDE CAIGA,
SE ABRIRÁN LOS OJOS, AL PARTIR EL PAN.
Y ENTONCES SABREMOS QUE POR EL CAMINO,
NOS VENÍA ARRIANDO EL DIOS DE LA PAZ.


El autor: El Padre Mamerto Menapace.
Regalo esta poesía, que también es canción, a todos los que dicen no creer en Dios ni en nada que se le parezca. Pero es linda para cualquier persona sin distinción de creencias.
Sobre todo la estrofa que dice "me hablarás de lucha, te hablaré de fe".
Gracias a los amigos que ingresan y a los que me van conociendo y comparten los delirios.
Así funciona nuestra mente, nuestra alma, nuestro espíritu.

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martes, mayo 09, 2006

La vida es una película

Otra metáfora para describir la vida no es tan de Ingeniería Civil como lo es la del camino. Ésta es más artística. Involucra imágenes y movimientos. La vida es una película que se va almacenando en nuestra memoria. Y es como las que vemos en el cine: uno no recuerda todas las escenas, pero retiene las más impactantes, o retiene las sensaciones de otro tipo que no son sólo las visuales. Cuando veo mi vida para atrás se me presentan estas secuencias de imágenes, algunas confusas, algunas claras, algunas borrosas. Lo primero que recuerdo es la casa de las abuelas, como si fuera la toma I de mi película. El jardín que no quería y los primeros obstáculos superados. Luego la escuela, las satisfacciones, los primeros amigos y amigas y los esfuerzos por pertenecer a un grupo. Después más escuela, dificultades para atravesar la adolescencia, búsqueda de la gente adecuada para acompañar las tomas de la película. La Parroquia, el encuentro de personas que viven muy distinto a mí, la facultad, los desafíos intelectuales, la eterna lucha por hacer de las Ciencias Exactas materias más humanas que me hicieran pensar que no estudiaba por estudiar. Luego la juventud, el noviazgo, la identidad sexual mejor desarrollada, el casamiento, la primera casa, las primeras luchas laborales, los problemas con algún superior… y el sucesor del camino o película. La persona que continuará la historia, con sus satisfacciones, sus desafíos y sus problemas. Y así vivimos y llevamos nuestra película día tras día. Y sin darnos cuenta, vamos cambiando. Física, psíquica y espiritualmente. A veces el torrente de actividades nos lleva y no pensamos adecuadamente hacia dónde vamos. Y comenzamos a añorar otros espacios o momentos porque no nos satisface el que nos toca vivir. No dimensionamos hasta dónde lo económico nos hará más felices y constantemente corremos el riesgo de hacer de nuestra vida un cúmulo de actividades para acumular riquezas intelectuales y materiales… olvidándonos de que eso no nos conduce a la felicidad y que si sólo se tratara de eso, entonces nuestra muerte sería el fin de la nada. Por eso lucho para que las escenas de la vida se desarrollen en circunstancias originales, imprevistas y divertidas, distintas e inesperadas. Y no siempre lo logro. Me desilusiona saber que a veces los que más quiero no me acompañan en delirios e ideas nuevas, pero me sucede. Y además, siempre pensar en lo que nuestras acciones provocan en los demás. Eso no lo puedo evitar, quizá por un complejo de que molesto, o quizá porque en demasiadas circunstancias descubrí que una pavada de mi parte fue un momento que distorsionó negativamente la vida de otras personas.

lunes, mayo 08, 2006

El camino de la vida

No hay dudas de que la metáfora más trillada sobre la vida es también la más acertada: un camino. A veces se torna sinuoso y divertido. Otras veces se pone cuesta arriba pero el desafío es interesante y se sigue luchando por subir. Los peores tramos son aquéllos en que el suelo se torna puntiagudo y cortante. Incluso a veces el cielo se pone gris, el sol no sale y nada predispone a seguir avanzando. Por algún efecto de la naturaleza, tarde o temprano la luz se ve nuevamente, el cielo se ilumina y la fuerza del avance en el camino regresa. A veces intensificada y otras veces con algunos problemitas que se agregan por los obstáculos difíciles que hubo que superar. Lo cierto es que el camino va cambiando mucho año tras año y también va cambiando la forma en que el que lo transita lo va recorriendo. Esta variedad es lo que lo hace incentivante y aunque doloroso en tramos, digno de agradecerlo.
Cada persona tiene uno de estos caminos, todos bien distintos. Pero por suerte algunos caminos se cruzan tanto que terminamos compartiendo grandes tramos unos con otros. Por ejemplo, los primeros años los caminos de papá y mamá son casi los mismos que los de sus hijos. Luego se dispersan, se vuelven a cortar en algunos lugares (momentos) específicos, para luego volverse a separar hasta que alguno se angosta hasta desaparecer.
¿Y hacia dónde conducen estos caminos? Yo prefiero pensar que cada camino individual no conduce hacia ninguna parte. Si uno lo mira solo, concluye que su principio y fin son tan difusos que parece no haber cumplido ninguna misión. Sin embargo los caminos se van enganchando, cruzando, sobrepasando, cuando uno acaba sigue otro que corría cercano y si uno va alejando el plano de observación encuentra que todas las personas describen una gran masa que apuntaba siempre en la misma dirección. Cada uno según sus creencias y experiencias dirá hacia dónde se dirigió toda esa gran masa de gente luchando por avanzar.
Algunos nacen con su camino asfaltado con el material de mejor calidad, con los bordes protegidos y con un vehiculo para transitarlo en condiciones óptimas. Me da cierta vergüenza cuando siento que gran parte de mi vida fue, y a veces sigue siendo, así. Vergüenza cuando observo que otras personas nacieron en camino de piedra, caminando descalzos, con pantanos en sus orillas y con un cielo gris. Que viven su vida observando los caminos paralelos que pasan cerca y que ellos nunca alcanzarán. Y a veces sufro y no aprovecho mi camino mirando esos otros. Pero incoherente y contradictoriamente hago poco para acercarlos, no ayudo a construir un puente que permita al menos por un rato que esas otras personas arreglen su camino. O aunque sea prestarles por un rato mi medio de transporte, tan liviano y cómodo, para alivianarles su inevitable avanzar por la vida.
Claro que otras personas ayudaron a alisar la ruta incluso antes de que uno naciera. Para eso papá y mamá dejan mucho de lo suyo para permitir que nuestro andar sea seguro y rápido. Tanto trabajan por eso a veces que ni nos damos cuenta de que vamos avanzando por la vida, nos parece que todo es perfecto y que los demás son iguales a nosotros… hasta que el sistema se distorsiona imprevistamente, y ahí es cuando todo se relativiza.
Terminemos con una contribución que misteriosamente recibí en un mail de un amigo entrañable y que compartiré en este lugar insólito: “La diferencia que hace a un amigo es que cuando uno camina por la vida también piensa si lo que estamos haciendo le gustará a él; entonces se encuentra más fácil el camino correcto.”. Creo que resume complicadamente y en pocas palabras lo mismo que quise decir en varios de los párrafos anteriores.
(Del 17/07/2005) Posted by Picasa