Crónica de una operación anunciada
No, no es un nuevo vestidito, es un lindo camisón que me prestaron en la clínica. Mejor publicar acá que gastar las teclas de mi notebook repitiendo lo mismo para tanta gente. Por suerte es mucha la gente interesada, como en mi otra triste ocasión del 28 de febrero, registrada en este mismo blog.
Luego de nueve meses de espera y una semana (y más también) de nervios, llegó el día de la extracción de alambres. A modo de crónica tengo poco para contar esta vez. Siendo las 8:00 hs del jueves 26 de noviembre me senté a que hicieran mi admisión en la clínica, lo que ocurrió unas 2 horas después. Siendo entonces las 11:00 hs aproximadamente ingresé en el quirófano, experiencia ya conocida, anestesia epidural por segunda vez en mi vida, bisturí, pinza, etc... y siendo las 12:00 hs estaba de vuelta en mi habitación, si no se me confunden los horarios.
Más miedo que dolor, analgésicos mediante, pasé el día durmiendo (porque por la vía en mi vena seguramente pasaron algo más que analgésicos), dormitando y deseando que no me doliera más que lo que sentía.
Hoy ya es viernes 27 de noviembre y 24 hs después de la cirugía estoy en casa, sentadito en mi sillón y con gran ambición de Internet. Puedo caminar con la pata dura, pero al menos puedo desplazarme. Me negué a bañarme para no correr riesgos, cosa que espero tener ganas de hacer mañana, pues de lo contrario tendré otros tipos de problemas.
Gracias a todos los que me bancaron (¡¡y cómo me bancaron!!): mi pequeña familia de sangre y heredada políticamente, mis amigos de siempre, los que me acompañaron a Panamá (con los cuales mencioné algunas veces el tema de la rodisha), los que me conocieron o reencontraron en Facebook, los que leerán este minipost, mis compañeros de trabajo y hasta mis pobres alumnos que tuvieron que escuchar mis llantos eternos por los pre-nervios.
Y como siempre, gracias al Dr. Agustín y a la ciencia que permitió que todo esto pasara bastante rápidamente y con buenos resultados: los que obtuve y los que espero obtener.
¡¡Vamos que falta, ahora me tienen que escuchar protestar todo el verano "del dolor"!!
Luego de nueve meses de espera y una semana (y más también) de nervios, llegó el día de la extracción de alambres. A modo de crónica tengo poco para contar esta vez. Siendo las 8:00 hs del jueves 26 de noviembre me senté a que hicieran mi admisión en la clínica, lo que ocurrió unas 2 horas después. Siendo entonces las 11:00 hs aproximadamente ingresé en el quirófano, experiencia ya conocida, anestesia epidural por segunda vez en mi vida, bisturí, pinza, etc... y siendo las 12:00 hs estaba de vuelta en mi habitación, si no se me confunden los horarios.
Más miedo que dolor, analgésicos mediante, pasé el día durmiendo (porque por la vía en mi vena seguramente pasaron algo más que analgésicos), dormitando y deseando que no me doliera más que lo que sentía.
Hoy ya es viernes 27 de noviembre y 24 hs después de la cirugía estoy en casa, sentadito en mi sillón y con gran ambición de Internet. Puedo caminar con la pata dura, pero al menos puedo desplazarme. Me negué a bañarme para no correr riesgos, cosa que espero tener ganas de hacer mañana, pues de lo contrario tendré otros tipos de problemas.
Gracias a todos los que me bancaron (¡¡y cómo me bancaron!!): mi pequeña familia de sangre y heredada políticamente, mis amigos de siempre, los que me acompañaron a Panamá (con los cuales mencioné algunas veces el tema de la rodisha), los que me conocieron o reencontraron en Facebook, los que leerán este minipost, mis compañeros de trabajo y hasta mis pobres alumnos que tuvieron que escuchar mis llantos eternos por los pre-nervios.
Y como siempre, gracias al Dr. Agustín y a la ciencia que permitió que todo esto pasara bastante rápidamente y con buenos resultados: los que obtuve y los que espero obtener.
¡¡Vamos que falta, ahora me tienen que escuchar protestar todo el verano "del dolor"!!